En el mes de febrero el olivo continúa en parada vegetativa, pero las condiciones van cambiando, ya que las temperaturas son otras, los días se alargan, las horas de luz que recibe la planta aumentan y los rayos de sol se dirigen más perpendicularmente. La planta comienza a “calentar motores” para reactivar su metabolismo.

Durante este mes puede continuar la poda, pero además hay que atender a otros factores importantes, como es el aprovechamiento de los restos de poda para intentar devolver al campo lo que nos ha dado en cuanto a materia orgánica y materias vegetales.

Es necesario triturar los restos de poda. Las ramas que se han podado se colocan en una de las calles de la parcela y, con la trituradora del tractor, esos restos grandes, de ramas largas, se pican y se depositan en las calles de nuestras parcelas, para así propiciar la asimilación por la propia tierra, consiguiendo de esta forma que los restos de la poda sean una fuente de materia orgánica para nuestros suelos.

Es una manera natural de ir regenerando uno de los aspectos más importantes de las parcelas: la materia orgánica que forma parte del suelo y que es fundamental para mantener las condiciones óptimas del suelo como un ente vivo, fuente de las materias primas necesarias para el futuro desarrollo óptimo de nuestros olivares.

Ecosistema sostenible de ayuda al olivar

Esta materia orgánica es fundamental y decisiva para mantener una buena estructura del suelo; un suelo rico en materia orgánica es capaz de captar mayor cantidad de agua y mantenerla cuando llueve, además de propiciar el desarrollo microbiológico del suelo y lograr que muchos de los organismos beneficiosos para el cultivo se instalen en el suelo. Son nutrientes para el futuro de la planta.

Además, es muy importante destacar que las cubiertas vegetales que ya hemos instalado con anterioridad en nuestra parcela, no solo tienen su razón de ser para establecer un ecosistema de ayuda al olivar, sino que también son sumideros de CO2, ya que la masa vegetal de las cubiertas elimina CO2 de la atmósfera y lo transforma en materia orgánica, además de la que aporta los restos de la poda.

Por lo tanto hablamos de una práctica sostenible y que contribuye a mantener vivos y fértiles nuestros suelos, a la eliminación del CO2 y al respeto medioambiental.

Necesidad de lluvias

Respecto a la climatología, las últimas lluvias acaecidas en este mes de febrero han sido muy beneficiosas, ya que con la humedad en el suelo la planta se activa más rápidamente.

De hecho, las lluvias que más recargan los acuíferos de las parcelas son las del otoño y el invierno, ya que no hay una excesiva evaporación (las temperaturas son más bajas) y la actividad de las plantas es muy baja, consumiendo muy poca agua, lo que provoca la recarga del agua disponible para las plantas en nuestras parcelas y sus suelos, para cuando nuestros olivares se reactiven después de la parada vegetativa invernal.

Abonado

En febrero también es el momento de aplicar abono a la planta. Este proceso es muy importante, porque si además las condiciones ayudan con la lluvia, provoca que la planta cuando se reactive tenga esa “gasolina” necesaria para funcionar a buen ritmo, gracias al abono y a las lluvias.

El abono se clasifica en lento o rápido, atendiendo a su fórmula de composición y a la forma en que la planta lo toma. El abono lento tarda más en llegar a la planta y la forma en que la planta lo toma no es directamente cuando se aplica, sino que este abono tiene que transformarse primero en el suelo a formas directamente absorbibles por la planta en sus raíces.

Por el contrario, el rápido, una vez aplicado, es absorbido directamente por la planta en sus raíces. Por eso este abono debe aplicarse cuando la planta está activa y el lento debe aplicarse cuando aún queda tiempo para que la planta se active completamente.

Son parámetros fundamentales que deben tenerse en cuenta durante el mes de febrero, a las puertas de la primavera y cuando el olivo está más cerca de “despertar”, para que cuando lo haga, tenga el mayor número de recursos a su disposición, pudiendo de esta forma estar en disposición de realizar un trabajo óptimo que desembocará al final en la obtención de un producto excepcional.